viernes, 22 de febrero de 2013

Sigo tirando recto que ya es bastante.

Llega a su habitación. Se sienta. Le tiemblan las manos, las piernas e, incluso, el alma. Le tiembla la vida . Coge un folio, coge un bolígrafo y empieza a escribir:
- Mamá...
No le gusta. Tira el papel. Vuelve a intentar.
- He hecho todo lo posible, pero...
Tampoco es buena forma de empezar. Y, entonces, empieza a llorar, intenta dejar de hacerlo mirando hacia arriba y mordiéndose el labio. Después se pasa la manga de la camiseta por la cara y escribe. Escribe algo sincero y directo.
- Lo siento.
Sí. Definitivamente le gusta. Es una buena forma de empezar una carta de suicidio. Y después, ahí está su vida colgando de un hilo. Su vida depende de ella misma. Ella decide si acabar o seguir. Pero no es fácil seguir. Es un 'o gana ella o ganan ellos'.
¿Y al final quien gana?
¿Ella? ¿Esa que tiene las muñecas marcadas de putadas? ¿Esa que mira la vida de reojo por habérsela jugado tantas veces? ¿Esa que llora hasta deshidratarse?
Y jamás piensas que detrás de cada puta letra hay una lágrima.
¿O ellos? ¿Todos esos hijos de puta que han intentado hundirle tantas veces? Ella a dado tanto por perdido que ha perdido hasta la sonrisa. Hasta la vida. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario