domingo, 20 de enero de 2013

Vuelta al diciembre sola con la almohada

Yo necesito a alguien que esté seguro de querer abrazarme por las noches, porque necesite de mi piel y de mi respiración. Y que solo necesite de mi piel. Alguien que no me prometa el cielo si no sabe bajármelo. Alguien que me escriba notas por las mañanas con el mismo pero distinto te quiero en la posdata. Alguien que lea en mis ojos qué cojones me pasa, o si tengo frío. Alguien que me entienda incluso mejor que yo. Alguien que me prometa, y que cumpla. Alguien simple, joder. ¡No pido tanto! ¡Solo alguien que me quiera, y que se le vea en la forma en la que me mira! Y a ti eso no se te ve en los ojos. Y, hazme caso, que es lo más jodido en el mundo ver que no me miras igual que yo te miro. Por lo menos, espero que llegue algún día la tía que tenga los ovarios de ponerte los huevos en la garganta cada vez que se pasea por tu lado, la tía que te produzca insomnio por las noches. Esa tía que tendrá tu vida sobre sus manos. Justo entonces, te sentirás la persona más débil y vulnerable del mundo. Porque justo entonces le habrás dado a alguien la posibilidad de destruirte por completo. Justo entonces, me entenderás. ¿Sabes? Al final acabas acostumbrándote al frío.

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